Desde que abrió sus puertas en abril de 1999, el Auditorio Príncipe Felipe se ha consolidado como un epicentro cultural en Oviedo. Este edificio mezcla la majestuosidad arquitectónica —obra de Rafael Beca— con una acústica impecable, diseñada por el físico Higini Arau y especialmente cuidada para adaptarse a la música clásica y contemporánea. Tiene una superficie construida de unos 18 500 m² distribuidos en distintas salas versátiles.

El aforo es uno de sus grandes atractivos: la Sala Principal o Sinfónica cuenta con 1 505 localidades (705 en patio y 800 en anfiteatro). Junto a la sala polivalente, el complejo puede reunir hasta 2 388 personas  . Además alberga una sala de cámara para 400 personas, cinco salas de conferencias (hasta 500 butacas), y áreas de apoyo como vestíbulos diáfanos, cafetería y restaurante  , lo que lo hace ideal para eventos musicales de distinto formato, incluso con capacidad para celebrarse de forma paralela.

En este escenario han resonado desde conciertos sinfónicos hasta eventos líricos y modernas propuestas musicales. La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias es residente y se encarga de ciclos regulares, incluyendo presentaciones con forma barroca a cargo de Forma Antiqva. Además, alberga la ceremonia musical de los Premios Princesa de Asturias, consolidándolo como referente institucional y cultural.

Los usuarios destacan su excelente visibilidad y absoluto confort acústico. Se convierte en un entorno envolvente, donde fenómenos como la reverberación controlada —vale entre 2 y 1,87 segundos— permiten que tanto óperas como eventos más íntimos luzcan con total brillantez. El diseño combina elegancia y claridad, integrando elementos históricos del antiguo depósito de aguas del siglo XIX que se incorporan visualmente en el vestíbulo, creando un ambiente único que mezcla legado histórico y modernidad.

Además de su uso estrictamente musical, su versatilidad es una de sus mayores fortalezas. Hostea congresos, exposiciones y conferencias de hasta 2 000 asistentes simultáneos, gracias a su distribución modular y dotación técnica —pantallas de proyección, traducción simultánea, videoconferencia, etc.. En su hall se exhibe una espectacular obra mural de Joaquín Vaquero Turcios (“El silencio y la música”) y una escultura de Sebastián Miranda (“Concierto gitano”), que realzan visualmente la experiencia cultural.

Lo esencial al visitar este espacio es experimentar su capacidad de adaptarse a todo tipo de experiencias sonoras: desde conciertos a gran escala hasta recitales íntimos o encuentros profesionales. Su combinación de capacidad, acústica y elegancia arquitectónica lo convierte en un emblema en Asturias y más allá. Si buscas una locación que brille tanto por lo visual como por lo sonoro, aquí lo encontrarás.